domingo, 27 de mayo de 2012

El Ministerio de Economía se desentiende de los militares y agentes secretos advenedizos de la ciencia económica

La Dirección General de Innovación y Competitividad, dependiente de la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación que dirige Carmen Vela, ha declinado una invitación para participar en el II Seminario de Inteligencia y Seguridad organizado por la Escuela de Guerra del Ejército de Tierra, de forma bien expresiva: “Aquí tratamos asuntos concretos, transferencias de tecnología, apoyo a la innovación, pero no nos ocupamos de cosas abstractas como la inteligencia competitiva (IC) o la inteligencia económica (IE)”.

Esta reacción, absolutamente adecuada, ha molestado al Grupo Atenea liderado por José Luis Cortina, en cuyo medio oficial de expresión (Atenea Digital 24/05/2012) la periodista Virginia Ródenas arremete contra el Ministerio de Economía y Competitividad tratando de ponerle en entredicho técnico, pero sin tener la menor idea del tema en cuestión. Un atrevimiento quizás impulsado porque la actitud de este Departamento atenta contra la reinvención de la ahora denominada “Inteligencia Económica”, que Félix Sanz quiere resituar en el CNI, Fulgencio Coll en el Ejército de Tierra y los generales eméritos recolocados en “Atenea” capitalizar en conferencias y actos subvencionados a cuenta de la “Cultura de Inteligencia”.

Para defender la versión “mamandurria” de este descubrimiento español sobrevenido, precisamente cuando unos y otros, por ineficaces, han sido incapaces de sostener la necesaria “Cultura de Defensa”, la osada periodista se apoya, de oídas, en la figura del general Christian Harbulot, a quien adjudica la creación del “concepto IE”, que, como sus mismos elementos referenciales, (la inteligencia y la economía) viene de muy lejos (Kant, Hobbes, Platón…).

Harbulot, junto a otro militar, el general Jean Pichot Duclos, creó en 1997 un tinglado comercial privado denominado artificiosamente “L’École de Guerre Économique”, sin nada que ver con su profesión militar y que en realidad es un centro civil de formación y de lobby empresarial, por cierto sin el menor crédito docente en Francia.

Algunos militares españoles deberían dedicarse más a reivindicar las necesidades de la Defensa Nacional, de la que son auténticos responsables desentendidos, y a salvaguardar su deteriorada y dignísima profesión, en crisis evidente, y no a desnaturalizar una y otra. Claro está que el gran provocador de esta desagradable tergiversación, no es otro que el actual director del CNI, Félix Sanz: un militar con gran vocación política y de “public relations” pero no castrense que, como JEMAD, ya sumió en una gravísima confusión conceptual a las Fuerzas Armadas y que ahora está haciendo lo propio con los Servicios de Inteligencia.

Y algunos que se titulan periodistas deberían repasar la semántica de sus escritos para no confundir acepciones reales con extensivas. La “guerra” verdadera es la de los militares, y es a esa, y no a otra, a la que se deben dedicar las distintas Escuelas de Guerra de las Fuerzas Armadas. Y el CNI a lo suyo, que aunque está muy clarito, lo tiene algo olvidado (estar al loro de lo que pasa en Argentina o Bolivia no tiene nada que ver con la IC, la IE ni demás chorradas epatantes de nuevo cuño).

La “Economía”, con inicial mayúscula, es el objeto de la Ciencia Económica, algo que, afortunadamente, todavía se enseña en las universidades más prestigiosas del mundo y que, por supuesto, no se encuentra vetada para los militares que quieran cambiar de profesión. Pero cada cual a lo suyo y con la acreditación académica necesaria, que los intrusismos profesionales ya sabemos a donde conducen.


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