Manuel Rey elaboró informes secretos como los destapados por Wikileaks. Hoy habla en A Coruña de su labor en el Cesid y en enero dará un curso sobre inteligencia
- Autor: Alfonso Andrade
- «Hay menos James Bond de lo que la gente cree. La mayoría no somos de esos que se tiran en paracaídas y salen a cenar con una rubia despampanante. Somos simplemente fieles servidores del Estado». Así se define Manuel Rey Jimena, coronel del Ejército del Aire en la reserva y ex miembro del Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid). Hoy participa en la sede coruñesa de la UNED (19 horas) en la primera Jornada GlobalChase de Inteligencia y Servicios de Información, junto a expertos como David Madrid, autor de Insider , o el magistrado gallego José Antonio Vázquez Tain.
Manuel era piloto de Phantom en los años setenta, pero un problema le obligó a reconducir su vida. Hizo un curso de criptología del Alto Estado Mayor, otro de alemán... «y me captó el Cesid como analista. Cuando sucedió -detalla- me pidieron varios nombres clave. Pensé que andaría todo el día por las alcantarillas del Estado, así que me puse Rata y Ratón» .
Pero no fue así. Inteligencia reservaba para él otro papel, el de analista, que consiste básicamente en «adquirir información». Rey empieza a manejar «fuentes extranjeras» y a elaborar «informes de política internacional en varios países».
¿En línea con los que ha destapado Wikileaks? «Sí -responde-, solo que yo estaba en el Servicio de Inteligencia de Nivel Nacional y eso significa que mis informes iban directamente al presidente del Gobierno».
Su labor lo llevó por medio mundo y lo puso en contacto con la realidad del trabajo de espía, mucho más mundano que lo que se ve «en las películas de Mata Hari». «En cierta ocasión -ejemplifica- fui a captar a una persona. Eso suponía convencerla para que se introdujese en una red de blanqueo de dinero y nos pasase informes. En medio de mi tarea, con fotos encubiertas, él le espetó al camarero: 'A ese señor lo conozco'. Y sí que me conocía».
Sus hijos no lo sabían
Sus hijos y sus amigos desconocían su actividad. «Mi mujer sí lo sabía, y menos mal... Mi oficina estaba camuflada en un chalé cerca de mi casa, y tenía el mismo lechero en los dos sitios. Un día me vio entrar a trabajar y le insinuó a mi esposa que me estaba viendo con alguien. Mi lechero sospechaba de mí», recuerda con una sonrisa en los labios.
Como analista del Cesid le tocó lidiar también con casos peliagudos. En 1989 cuatro marineros gallegos del Cauderán fueron secuestrados por la Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo). La guerrilla les dio un paseíto a pie por la selva, de 1.800 kilómetros, y pasaron cinco meses de cautiverio. Asuntos Exteriores intentó resolver el conflicto y no pudo.
«El Gobierno me pidió que mediase -relata Rey-. Pensamos que el servicio secreto amigo que nos podía echar una mano era el portugués, con influencia en Mozambique, y así logramos viajar a Malaui y hablar con el jefe de la Renamo. Soltaron a los gallegos a cambio de una contraprestación».
Felipe González tuvo así su particular Alakrana , «pero en contra de lo que la gente pueda suponer, ellos no pidieron dinero, sino un programa de televisión. Sí, un documental en el que se expusiera con objetividad la causa de la guerrilla». Ese reportaje lo emitió TVE-1 el 6 de mayo de 1990.
Fue el peculiar servicio a Galicia de un gallego convencido. «En realidad nací en Jerez -matiza-, pero soy gallego. Mi padre es de Cedeira y tengo casa allí... Y un hijo en A Coruña». Manuel no se considera un espía solitario. Por Galicia anda suelto alguno más. «Ya se sabe; habelos, hainos».
Lecciones sobre cámara oculta e infiltración, en la sede coruñesa de la UNED
- La jornada sobre inteligencia que se celebra esta tarde será solo el aperitivo de un proyecto más ambicioso: GlobalChase, la primera academia privada de inteligencia de España, iniciará sus cursos en la sede coruñesa de la UNED el 15 de enero. El plazo de matrícula acaba en fin de año. «Los alumnos apuntados hasta ahora tienen un perfil variado y muy interesante: jefes de seguridad, detectives, policías y estudiantes de derecho o criminología», explica Gregorio Alonso, el director pedagógico, que recalca: «Es una formación muy rigurosa a todos los niveles».
Los alumnos aprenderán técnicas de infiltración, lo que incluye vigilancia, seguimiento con cámara oculta y, sobre todo, práctica. «Los dividiremos en grupos reducidos con la misión de seguir a alguien por la ciudad y, al tiempo, los grabaremos para que comprueben sus errores», explica Alonso. Se les enseña también a soportar la presión psicológica, a no delatarse por nerviosismo.
Estos cursos son un complemento a la formación de cada alumno, y las aplicaciones posteriores de la inteligencia son muy diversas. «Se practica a todos los niveles y hay curiosas formas de infiltración que la gente no conoce -ilustra el director-. Por ejemplo, hay investigaciones en el mundo de la banca o de la empresa en que se emplea personal entrenado que se hace pasar por cliente para conocer ofertas».
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